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¿Porqué pusiste el espino junto a la flor?

La espina no nació para herir, sino para cuidar la flor. Los hombres no hemos admirado su virtud, y la hemos hecho instrumento de dolor. Tú le robarás la miel y el sabor, – le dijo a la abeja, el espino.- Pero no podrás arrebatarle el perfume, que es el encanto de la flor. Podrás quitarle el néctar y el rubor,- le dijo a la abeja, el espino.- Yo me deleito observando cómo se baña en el rocío la flor. ¿Cuánto valdrá una flor? Que Dios puso barricadas de espinas para defender su honor. Ante la flor se arrodilla, y con espada defiende su honor. El espino vigila en la orilla, y en secreto le declara su amor. En sus ojos había luces, en las palmas olivos; en su camino tres cruces, y en la frente rudos espinos. Yo...

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El más bello tributo que una mujer ha hecho a un hombre. María Magdalena en el sepulcro Jn 20, 1-18.

Esa mañana de domingo se había levantado muy temprano, casi no había podido dormir, se la había pasado pensando toda la noche, en lo que, apenas hacía un par de días, había ocurrido. Sin pensarlo dos veces, y todavía de noche, se dirigió al lugar donde lo habían dejado, con la esperanza de… simplemente llegar. Corrió y corrió, como si una ansia loca la empujara, como si una voz misteriosa la llamara, como si su intuición se lo gritara, como si su corazón se lo ordenara irrefrenablemente, y … muy pronto, al llegar, se dio cuenta que la piedra que le habían puesto a la tumba, ya no estaba, la habían movido. Inmediatamente vuelve a correr a buscar a Pedro, lo encuentra y le dice: se han llevado a mi Señor, y no sabemos donde lo han puesto. Los...

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Esa Noche no habría Navidad…

  En diciembre del 2016, la verdad es que no iba a haber Navidad en Monteverde, porque llegaron noticias a María y a José, de que había muchísima violencia e inseguridad en aquella ciudad, por lo que no convenía ir a dar a luz, ahí a su hijo. José luego luego se preocupó, ya le habían hablado de gente cruel y despiadada, y de un tal Herodes, que además era un tirano, por lo que no le extrañó la noticia, hombres malos debe haber en todo el mundo, pensó el santo varón. Pero de cualquier forma había que tomar precauciones, y pensar en otro sitio para que naciera el niño. Estaba pensando en irse a una ciudad lejana, tal vez otro país, cuando en eso María lo detiene y le pregunta – ¿qué estás pensando José? ¿Qué quieres hacer?...

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¿Qué acaso se puede amar de otra manera?

Para esta fiesta de la Sagrada Familia, recojo una frase de una homilía del Papa Benedicto XVI del año 2009, en la que decía: «San José nos enseña a amar al otro, sin poseerlo.» Y yo me pregunto, ¿es que existe alguna otra forma de amar? Es cierto, tanto San José, como la Santísima Virgen María fueron llamados por Dios a darse mutuamente un amor especial, no menos grande y no menos hermoso, que todo amor que existe entre un hombre y una mujer. Pero aprendieron a dárselo sin poseerse el uno al otro. ¿Es esto posible? Ambos, aprendieron a amarse con el corazón, con la cálida y dulce mirada, con las sonrisas y los gestos del alma, con sus mil y un detalles compartidos, con sus alegrías, y dificultades, con la caridad y la gentileza, con sus mutuos servicios,...

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Los asesinos no sabían, el milagro que acontecería…

Cómo es que ese 24 de marzo de 1980, un hombre que había hablado en defensa de los más pobres, que había dicho a las militares, y a todos los que peleaban por las calles: les ruego, les pido, les ordeno en nombre de Dios, que no asesinen a sus hermanos.  Ese día era asesinado, Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, en plena Eucaristía. Pero en ese momento pasó algo increíble. Los asesinos no sabían, que en ese preciso instante, la sangre de Cristo, ya consagrada sobre el altar, se mezclaba literalmente, con la sangre de este obispo, derramada al pie del mismo altar. Uniéndose perfectamente al sacrificio cruento del Señor, llenando un solo cáliz, del que se vertía la sangre para la salvación de todos. Los asesinos, han quedado ocultos por las tinieblas y el olvido, pero...

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Eco y Narciso: Una historia de la mitología hecha un bello poema al amor

Narciso era un joven apuesto y gallardo de Tespis, del que se enamoró la ninfa Eco. Eco era una muchacha hermosa y locuaz. Envidiada por Era, la mujer de Zeus, fue privada de la palabra, pudiendo solamente repetir la última sílaba de lo que escuchaba. Incapaz de expresar su amor a Narciso, éste la rechazó. Angustiada y desilusionada Eco muere.   Por haberla despreciado y tratado con tanta dureza. Los dioses condenaron a Narciso a enamorarse de su propia imagen. El adivino Tiresias había predicho que Narciso moriría cuando se viera.  Cuentan que al acercarse a las aguas cristalinas de una fuente, quedó prendado de la hermosura de su rostro reflejado en el agua. Narciso se enamoró apasionadamente de su imagen, que no pudo apartarse de ahí, languideciendo hasta quedar convertido en un narciso, la flor que crece al...

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