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El padre Ermes y el Papa Francisco bebían de la misma fuente, del corazón amoroso y misericordioso de Dios

Les comparto una gracia recibida.

Corría el año del 2007, cuando tuve la oportunidad de ir a Roma por primera vez. Por aquella época, quería encontrar yo un libro de homilías, que hablara sobre la belleza de Dios, que era la espiritualidad que estaba viviendo en mi interior. Por lo que yendo a la librería las Paulinas, cerca del Vaticano, busqué, pregunté, hasta que di con un libro, que llevaba por título: “Tu belleza quiero cantar, Señor”, cuyo autor era el religioso siervo de María, Ermes María Ronchi. Lo compré y me lo traje a México, y a partir de ahí, ese texto se convirtió en mi libro de cabecera, y me gustó tanto, que me puse a buscar los demás libros de ese autor, correspondientes a los ciclos A y B, que me faltaban para completar la colección. No descansé hasta que los tuve. A partir de ahí, se volvieron mi fuente, el manantial donde yo me abastecía para mis homilías, los retiros que daba, y mi material espiritual predilecto. Encontré por cierto, un libro muy hermoso dedicado a la Virgen María, del mismo autor.

El miércoles 9 de marzo del 2016, me fui a la página de internet del Vaticano para leer un poco sobre las homilías del Papa, cuál no sería mi sorpresa, que Dios me regalaba una gracia.

Por muchos años, desde que recuerdo, el padre Raniero Cantalamesa, O.F.M., había sido el predicador de la Casa Pontifica, esto es, daba los ejercicios espirituales al Papa y a los obispos de la Curia. Pues esa tarde, un día después del día internacional de la mujer, me voy dando cuenta, que el religioso que estaba dando los ejercicios, era nada más ni nada menos, que el Padre Ermes Ma Ronchi, y me llené de alegría, pues en sus escritos yo había encontrado, antes que el Santo Padre empezara a pedirnos con grave insistencia ser más tiernos y misericordiosos, y antes de que nos hablara de ese Padre bueno y compasivo, que nunca se cansa de perdonar, yo ya lo había bebido en los escritos del padre Ermes, quien me había bañado con sus predicaciones hablando de la comprensión, de un Dios que no se queda en el pasado pecador del hombre, sino en su futuro de salvación.

El padre Ermes no tenía un lenguaje nuevo o diferente al Papa Francisco, era el mismo mensaje que brotaba del mismo manantial, esto es, del corazón amoroso e infinitamente misericordioso de Dios nuestro Señor.

 

+Alfonso G. Miranda Guardiola

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