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Basta ya de expoliar a nuestra Madre tierra! Defendámosla con toda el alma y el corazón!

Comparto algunas preocupaciones respecto al medio ambiente y el estado de la tierra, sus recursos, la sociedad y la dignidad de las personas, las cuales, necesitamos urgentemente defender.
 
La tierra clama, es el pobre que grita y no es escuchado. Es un grito de defensa ante la destrucción a la que nos estamos encaminando.
 
El Papa Francisco nos está pidiendo que alcemos la voz, que nos organicemos, que utilicemos los talentos que tenemos para respetar y defender la naturaleza.
 
No interesan las cuestiones políticas, sexenales, ni de partidos; el problema es existencial. Nos estamos jugando la subsistencia del ser humano. Estamos matando a nuestro planeta.
 
Comparto mi preocupación por los pueblos en torno al río San Juan en Cadereyta, vamos y sentimos el dolor de la gente. Vemos cómo se va muriendo la tierra, los cultivos no pueden regarse porque el agua está contaminada. Deben usar el agua con precaución, para no enfermarse, no la pueden tomar. Los frutos están ennegrecidos (árboles, hojas, frutos) se pierden fuentes de trabajo, y luego este problema recae en la ciudad, es un problema global, lo sabemos.
 
Por otro lado, es muy doloroso ver en las periferias, cuando vamos a visitar las parroquias, que casi todos los lugares que pisamos, es tierra cubierta por asfalto, desertificada por todas partes; esto lacera el alma y el corazón.
 
Basta subirse a una pequeña colina y ver las innumerables casitas, copiadas por millares. Hace algunos meses el Arzobispo Piero Marini vino al Congreso Eucarístico celebrado en Monterrey, y fue a una colonia de las periferias. Y vio esas casitas pequeñitas, y dijo: “Parecen tumbas” y el Cardenal Errázuriz de Chile, le contestó: “Y tantas veces, lo son”. Inmediatamente Mons. Marini dijo: “En Italia, así también lo hicimos. Construimos casas interminables y hoy son zonas ingobernables”. También aquí lo son, pensé.
 
Lo absurdo del caso es que estas casitas, que ya en algunos casos miden 3.90 mts., de frente, luego se apilan unas encima de otras formando departamentos de cuatro viviendas. Todos apiñados. Y todavía se les llama vivienda digna. En algunos lugares, sin suficientes áreas verdes para respirar, jugar y convivir.
 
Hemos llegado también a esa contaminación humana, y como sociedad lo hemos permitido, hemos dejado que nuestros hermanos vivan en esas condiciones.
 
Igualmente en nuestros ríos se depositan grandes cantidades de descargas industriales y desechos domésticos: Hay contaminación en niveles preocupantes en los ríos: San Juan, Pesquería, Santa Catarina y La Silla. Nuestra forma de vida parece una irracionalidad.
 
Por otro lado, en nuestra sociedad, encontramos desgraciadamente muchos hermanos y hermanas padeciendo cáncer. No podemos dejar de relacionarlo con la tierra contaminada, con las colonias levantadas sobre basureros, con el aire tóxico que respiramos; con los productos no tan limpios que utilizamos y consumimos, y no nos asombramos ni nos preguntamos de porqué haya cánceres por muchas partes.
 
Estamos en contra del despilfarro, del dinero mal gastado, de la comida que se desperdicia y tira; en contra de la flagrante corrupción que vicia los proyectos gubernamentales, e impide el bienestar y desarrollo social; estamos en contra también de los contratos ya dados a empresas para que lastimen la tierra, dañen los suelos, envenenen nuestros mantos acuíferos, y además nos quiten el agua, para utilizarla en la exploración o extracción del gas, por supuesto que no estamos de acuerdo con eso.
 
En lo que sí estamos de acuerdo, es en un progreso racional, un progreso que tome en cuenta a la naturaleza y al ser humano, su hábitat, su dignidad, su familia, su educación y su cultura. El transvase de agua que se quiere realizar, atropella pueblos, tierras, fuentes de empleo, propiedades, ecosistemas, en su origen, en el transcurso y en su destino.
 
No hay progreso, ni proyecto político, ni ganancia económica que justifique el asesinato y destrucción de nuestra tierra. Estamos comprometidos, completamente. Queremos defender con el alma y el corazón nuestra Madre Tierra. ¡Basta ya de expoliarla! Es intolerable y tenemos que actuar con inteligencia, sí, con las leyes, con el espíritu, con nuestras palabras, pero también con nuestra obras.
 
+Alfonso G. Miranda Guardiola
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