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Juan El Bautista

10300895_321430808018735_2689579697129004093_nTransmitir el rumor de sus sandalias y ser el eco de sus palabras…

Como Juan el Bautista, no somos más que el eco de la palabra expresada desde el principio por el Creador.
El eco de esa Palabra ya proclamada por Dios, y que permanecerá después de que me haya ido!
Como la delicada y suave luz que la luna proyecta, así somos nosotros, solo el reflejo de la luz que sale del verdadero sol.
Como Juan yo también soy enviado, a transmitir vivamente el rumor de sus sandalias y el recuerdo de sus palabras.
Un día Jesús responderá por mí, a la pregunta: ¿Quién soy yo? Y El me dirá: ¡tú eres luz!
De la misma manera como Juan anuncia en medio de la noche, la llegada del Mesías, así será siempre más valioso, encender una lámpara que maldecir mil veces la obscuridad.

¿Pero cómo reconoció el Bautista a Jesús? ¿Quién le dijo que era él? ¿Le diría un ángel? ¿Se le reveló en sueños? Juan se fue a vivir al desierto, y aprendió a través del silencio, a escuchar la voz de Dios, a verlo y reconocerlo en las hojas, en los animales, en el viento, porque supo familiarizarse con él, porque educó y afinó sus sentidos, corporales y espirituales, porque fue capaz de contemplar el cielo en una gota de rocío, por eso fue capaz de descubrir las huellas del Señor en el polvo del camino. Y anunciar así con la humildad de su vida, la presencia clara y diáfana del Salvador! (Mc 1,1-8).

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