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Platicaba Sor Faustina Kowalska, un diálogo, que en sueños, tuvo con el Señor: 

Papa confesandose

– Dame lo tuyo. – Le pedía el Señor. 
– Todo te lo he dado.
– Sí, pero quiero lo que es tuyo. 
– Te he entregado mis obras, mis sufrimientos, mis sacrificios, mis desvelos. 
– Sí, pero entrégame solo lo que es propio tuyo, 
– Pero, si ya te ha dado mi vida y mi tiempo, mi familia, mi trabajo, mi vocación. 
– Sí, pero te falta algo que no me has dado. 
– ¿Qué cosa que tenga o haya tenido, Señor, no te he entregado?  
– Sólo una te falta, y que es solo tuya. 
– ¿Qué cosa Señor?
– Tus miserias. 
– ¿También eso?
– Sí, todo lo que antes me has dado, no ha sido tuyo, yo te lo dí primero. Lo que es propio tuyo, son tus miserias, y yo las quiero, 
– ¿Para que Señor? 
– Para convertirlas en luz. 
– Aquí las tienes Señor. *

Y aquí también están las mías, Señor.              

+ Alfonso G. Miranda Guardiola 

El misterio de la Misericordia divina, es el de un Dios que se ha hecho comprensión y ternura, ha aceptado nuestras miserias, y está enamorado de nuestra pequeñez.

* Tomado de los diálogos de Sor Faustina Kowalska, religiosa polaca, apóstol de la misericordia

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