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¿Qué cosa puede salir de bueno de una familia de divorciados?  

Durante mucho tiempo se ha visto con malos ojos a quien se divorcia. Existen tantos prejuicios al respecto, se dicen tantas cosas negativas de ellos, y lo llevan también los hijos, porque, además de cargar con la tragedia por la separación de sus padres, no han faltado colegios católicos, que los han sacado de sus aulas por el divorcio de sus padres. ¿Pero cómo no? – se dice-. Si dan tan mal ejemplo a las familias que sí viven bien, y no se diga a los niños o a los jóvenes, hay que cuidarlos, por lo que más vale estar alejados de ellos. Además, ¿qué cosa puede salir de bueno de un matrimonio así?  Y no se diga en la Iglesia, pues ¿cómo va a ser posible que puedan ayudar en la pastoral, que den catecismo, que ayuden en...

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Diálogo entre el catequista Francisco y su nuevo ayudante.

(Preparación de la clase de catecismo parroquial. Comienzo del tema: la Misericordia). – Antes de juzgar a cada persona que se acerca a la Iglesia, primero debemos acogerla. – ¿Sea como sea? – Sí, no importa su condición. – Aunque sea muy pecador, – Aunque lo sea. – Mmmm… – Cuanto más grande es el pecado, mayor debe ser el amor que la Iglesia expresa hacia quienes se convierten. – Muy bien. ¿Y luego de acogerla, sí se le puede juzgar, verdad? – No, luego sigue acompañar a la persona, y caminar con ella. – Ah, ¿Y entonces sí se le juzga? – Por supuesto que no, el juicio, pertenece sólo a Dios, – Y si es muy pecador, ¿el juicio será implacable? – Será un juicio, eso sí, pero un juicio de misericordia.  – Pero entonces, ¿si no...

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Una visita pastoral inesperada…  

  Cuenta Monseñor Faustino Armendáriz, que una vez, haciendo una visita pastoral a una parroquia de su diócesis, le pidió al párroco que se detuvieran a mitad de camino para visitar algunas casas. El padre paró su vehículo, y caminaron hacia la primera casa que encontraron, tocaron la puerta, y les abrió un hombre que estaba pintando. – ¿Cómo está buen hombre, nos gustaría platicar con usted, si nos lo permite? Somos el obispo de esta diócesis y su párroco. – Con mucho gusto. – Contestó el buen señor. – Es un honor, pásenle, están en su casa. – Gracias, es usted muy amable. Ya adentro, el obispo le empezó a preguntar por su familia, por su salud, y le platicó de las maravillas del Señor. El hombre de la casa, gentilmente trajo refrescos y galletas para compartir. En...

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Esa tarde en el parque, y ya con los sentimientos encendidos…

  – ¿Te demuestro que soy hombre? – Alardeó el muchacho a la joven. – Sí. – Respondió ella. – Pero no con acciones y poses machistas, – ¿Cómo? ¿Qué quieres decir con eso? – Demuéstramelo, – sentenció, – pero con respeto y gallardía, como sólo un caballero puede tratar a una dama. – A una dama, dices…  (y todavía con un dejo de mofa y orgullo, agregó): ¿Y qué cosa es un caballero? – Un caballero, es aquel, que no busca tener a mil mujeres, sino el que sabe amar solo a una, de mil maneras. – (No hubo más palabras, ni miradas…, sólo el vacío y las lágrimas). (Esa misma noche, en casa) – Abuelo, ¿qué difícil es conseguir un novio bueno? ¿Cómo lo puedo escoger? – (Con una mirada clara y serena, le contestó): Escoge por novio, –...

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L’OGRE. Un conte de Noël

  Il y était une fois un ogre, qui habitait dans une montagne éloignée. Il y a beaucoup de temps. Il était grognon. Il n’était jamais content. Il était une personne aigre, et voulait que tout le monde fût triste parce que lui était incapable d’aimer. Tous les gens étaient tristes. Les enfants ne souriaient plus. Les chiens ne bougeaient pas la queue. La cafetière ne sifflait pas ; les oiseaux ne chantaient plus ; les grillons ne sautaient plus ; les rosiers n’avaient plus de fleures ; les filles ne s’habillaient plus avec vêtements de colleurs. L’ogre avait volé tous les sourires à tout la gens. Et les mettait dans un énorme sac de cuir. Mais un jour, un enfant est né dans une montagne prés de chez l’ogre. En ce moment, on a écouté le sourire d’un enfant. Le voleur est...

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Platicaba Sor Faustina Kowalska, un diálogo, que en sueños, tuvo con el Señor: 

– Dame lo tuyo. – Le pedía el Señor.  – Todo te lo he dado. – Sí, pero quiero lo que es tuyo.  – Te he entregado mis obras, mis sufrimientos, mis sacrificios, mis desvelos.  – Sí, pero entrégame solo lo que es propio tuyo,  – Pero, si ya te ha dado mi vida y mi tiempo, mi familia, mi trabajo, mi vocación.  – Sí, pero te falta algo que no me has dado.  – ¿Qué cosa que tenga o haya tenido, Señor, no te he entregado?   – Sólo una te falta, y que es solo tuya.  – ¿Qué cosa Señor? – Tus miserias.  – ¿También eso? – Sí, todo lo que antes me has dado, no ha sido tuyo, yo te lo dí primero. Lo que es propio tuyo, son tus miserias, y yo las quiero,  – ¿Para...

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